Trastorno de ansiedad por separación en niños (TAS)

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Parte I- Trastorno de ansiedad por separación en niños (TAS)

Muchos padres acuden a consulta por las rabietas, los llantos y la angustia que presentan sus hijos. Cuando tienen que llevarles a la guardería o al marcharse durante unas horas fuera de casa. E incluso por separarse de ellos al cambiarse de habitación en el hogar. Estas situaciones acaban resultando un desafío. Difíciles de gestionar con el niño.

La ansiedad por separación los primeros meses de vida funciona como un mecanismo de protección del bebé. Considerándose un fenómeno universal que lo presentan también otras especies. Parece iniciarse de forma consistente hacia los seis meses de vida. Y desaparece progresivamente cuando superan los dos años. Con esa edad, poseen cierta autonomía para caminar y su comportamiento ante la separación se vuelve más específica y diferenciada. Disminuyendo su dependencia por el aumento de su movilidad. Y también por su autonomía para hacer y coger cosas solo.

La ansiedad por separación se encuentra dentro de la etapa normativa del niño y tiene un valor adaptativo. A medida que va creciendo progresivamente va percibiendo el ambiente más seguro. De este modo va disminuyendo su ansiedad por el aprendizaje. También por las experiencias positivas a las que va enfrentándose, sin anticipar peligro externo o abandono.

Esta conducta y estado emocional, como se explicó anteriormente, comienza a desaparecer sobre los dos años de edad. Debido a que el niño ya es capaz de “comprender” el contexto y de anticipar que los papás (destacando la figura materna) o las personas que están vinculadas al él, pueden estar fuera durante un tiempo. Pero van a regresar.  Por el contrario, otros niños llegan a experimentar esta ansiedad ante la separación de una manera muy intensa y persistente en el tiempo (hasta los seis o siete años). Presentando actitudes muy significativas y disruptivas, ante situaciones de separación. O tambien que no conocen y que valoran como “peligrosas”. Con ello manifestando periodos de estrés prolongado que llegan a interferir en la vida diaria.

La predisposición y duración del TAS puede variar en función de algunos de aspectos como:

  • La personalidad y el grado de dependencia del niño.
  • Características neurobiológicas.
  • Falta de hábito ante situaciones de separación.
  • Historia de vida del niño. Como por ejemplo el cambio de hogar o ciudad, la llegada de una cuidadora. También la hospitalización, la llegada de un hermanito, pérdida de los progenitores o de las figuras de apego.
  • Situaciones estresantes en las que el niño haya sentido miedo e incertidumbre. Sin que se le haya anticipado de lo que iba a ocurrir (situaciones traumáticas).
  • Estilo sobreprotector parental.
  • Padres temerosos que por desconfianza y miedo no les han dejado explorar.

Los niños que presenta TAS manifiestan:

  • A nivel emocional: suelen presentar somatizaciones. Por ejemplo como dolores de cabeza, náuseas, dolores de tripa, pesadillas o problemas en el sueño.
  • A nivel cognitivo. Como por ejemplo pensamientos y preocupaciones elevadas sobre el posible abandono. Sobre la pérdida o daño de sus figuras de apego, destacando el miedo a la pérdida de la madre.
  • A nivel conductual. Intenta evitar o resistirse a no acudir al colegio o a cualquier sitio que suponga separación de sus figuras de apego. Con ello también intentan no dormir solo o estar solo sin sus padres.

Referencia:

Pacheco, B., & Ventura, T. (2009). Trastorno de ansiedad por separación. Revista chilena de pediatría80(2), 109-119.

Rocío Delgado

Psicóloga Sanitaria

2 COMENTARIOS

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