¿Qué piensas? Y entonces, ¿cómo te sientes?
Parte II
Como se comentó en la anterior entrada, tras emociones negativas, como es el caso de la ansiedad o del enfado:
- Está la presencia de unos pensamientos calificados de irracionales.
- Es decir, pensamientos que enmascaran la realidad.
- También, esquemas erróneos a la hora de interpretar los hechos.
- Además, de ocasionar junto a alteraciones a nivel emocional, enfrentamientos y conflictos con otras personas.
- Por último, son las llamadas, distorsiones cognitivas.
Se enumeran a continuación, algunas más de estas distorsiones:
- La Sobregeneralización.
- Un acontecimiento negativo se vive como una derrota. Se vive como algo tan frustrante y doloroso. Que siempre va a estar ahí y nunca va a acabar. Entre las palabras más utilizadas se encuentran: nadie, todo, siempre, nunca. “Siempre pierdo”. “No hay nadie que me ayude y me apoye en esto”.
- El denominado, Y sí,…?.
- A la conclusión a la que se llega, es que lo realmente probable que pase, sea algo fastidioso y desagradable.
- El Razonamiento emocional.
- Si la persona se siente mal es porque realmente la situación es mala. De esta manera se asume que los sentimientos negativos son consecuencia de una situación real negativa y mala. “Estoy enfadado porque lo que has hecho ha sido para alterarme”. “Me siento así porque ha pasado,…, porque soy,…”. Se usan nuestras emociones como prueba de objetividad. “Si me siento poco atractivo, es porque lo soy”.
- La Abstracción selectiva.
- Únicamente se presta atención a un detalle o aspecto. Al sacarlo fuera de contexto, se acaba ignorando el resto de los detalles más relevantes de una situación. Prestamos atención al detalle aislado, generalmente negativo. Sin relativizar la información ni tener en cuenta el conjunto.
- Los Necesito.
- “Necesito ser aceptado por mi pareja”. “Tengo que hacer bien la presentación. Porque necesito destacar en ello, de lo contrario, no voy a poder soportarlo”. La persona se genera una serie de irreales necesidades. Para unas metas u objetivos planteados que no son obligatorios.
- El Tengo razón.
- El punto de vista de la persona es el correcto y adecuado. Así, no se tiene en cuenta el de los demás. Los posibles argumentos de los demás se desatienden. “La razón la tengo yo”. “Esta es la única verdad”. “Estoy en lo cierto”.
- La Inferencia arbitraria.
- Exista o no una evidencia, las experiencias son negativas. Se interpretan las cosas sin tener ninguna base al respecto. Por un lado están las personas que adivinan el pensamiento. “Mírales, están pensando mal de mí”. “Sé que me tienen manía”. Por otro lado, está el error a la hora de adivinar el futuro, a modo de bola de cristal. “La fiesta va a ser realmente aburrida. Nadie me va a hablar y lo voy a pasar francamente mal. Mejor me quedo en casa”. “Me va a ir realmente mal. No lo voy a conseguir”. No se piensa en la posibilidad de que algo pueda ser neutral, positivo, únicamente se valora que será negativo. De esta manera lo que se hace es sacar conclusiones precipitadas.
- El Pensamiento dicotómico.
- La persona ve los extremos de un continuo. O todo es blanco o negro. Todo es verdad o falso. O gano yo o es el otro el que gana. No se tiene en cuenta los grados intermedios de ese continuo. “Soy un fracaso, un incompetente”.
Miriam Benavides
Psicóloga Sanitaria
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