Parece, según muestran diversas investigaciones, que existen numerosos aspectos que han venido siendo estudiados para poder evidenciar de modo fiable qué es lo que hace que las personas sean felices y disfruten de una vida plena.
En este sentido, han sido diversos los autores que han profundizado en el concepto de bienestar, los cuales a su vez han propuesto diferentes modelos que detallan aquellas dimensiones relacionadas con dicha situación o estado.
Entre otros, cabe destacar el modelo propuesto por Carol Ryff (1989) el cual incluye seis dimensiones básicas que delimitarían el bienestar en su polo óptimo y/o deficitario:
- autoaceptación,
- relaciones positivas,
- autonomía,
- dominio del entorno,
- propósito en la vida y
- crecimiento personal.
Por su parte, Corey Keyes igualmente propuso otro modelo de dimensiones del bienestar (2002), cuya principal diferencia con el anterior es la inclusión de lo que denomina “bienestar social”. Se aprecian aquí tres áreas:
- bienestar subjetivo (alto afecto positivo y bajo afecto negativo, así como una elevada satisfacción vital),
- bienestar psicológico (que incorpora las seis dimensiones propuestas en el modelo de Carol Ryff)
- bienestar social
Además de la información arrojada por estos modelos acerca del concepto de bienestar y de los ámbitos relacionados con el mismo, se han descrito otros muchos elementos asociados que pueden ofrecer datos sobre qué condiciones, actitudes y/o rasgos favorecen y ayudan a la aparición de bienestar duradero, a saber:
- edad y sexo: los estudios realizados parecen indicar que estos factores apenas tienen influencia.
- nivel económico: se aprecia una influencia muy baja, a excepción de aquellos casos en los que las necesidades básicas no se encuentren cubiertas, caso en el cual la correlación sería negativa.
- estado civil: según las investigaciones realizadas, es posible observar que las personas casadas o con pareja son más felices que aquellas que están solteras, separadas o viudas.
- factores de personalidad: entre aquellos factores que han sido estudiados se encuentra la extraversión y, en este sentido, se ha encontrado que personas con este tipo de rasgo están más cerca del bienestar, seguramente, y según se ha visto, por su capacidad para disfrutar de pequeñas experiencias diarias. Igualmente, se ha observado que la estabilidad emocional correlaciona positivamente con este concepto, del mismo modo que lo hacen la capacidad para afrontar las dificultades, el optimismo o la capacidad de agradecimiento, entre otros.
Aida Mañero Ocarranza
Psicóloga