Trastornos de conducta en niños

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Trastornos de conducta en niños

Trastornos de conducta en niños o trastornos Externalizantes

En la psicología del desarrollo infantil existen en las conductas tanto síntomas externalizantes así como internalizantes. Tanto unos como otros son conductas que suelen tener lugar en el desarrollo que se consideran anormales o atípicas, es decir, se desvían de lo que se considera una conducta normal o esperable en un niño por edad cronológica y población.

Cuando se dan este tipo de conductas, la intervención psicológica es necesaria con el fin de que éstas no den lugar a problemas, de lo contrario estas conductas se tienden a cronificar e ir en aumento, se dan con mayor frecuencia e intensidad y se acaban  conviertiendo en un problema. Esto quiere decir, que los síntomas son frecuentes, intensos, interfieren en la vida cotidiana y se dan en varias áreas del niño como son la escolar o la familiar.

En nuestro centro, somos expertas en evaluación, diagnóstico y tratamiento en Trastornos de conducta en niños, y formamos a más de 300 psicólogos al año. Habiendo formado más de 5.000 profesionales de la psicología.

Hay ciertos factores que pueden llegar a tener una repercusión psicológica importante y que pueden predisponer a que se den este tipo de conductas atípicas, que se conviden fuera de la normalidad o no, dependerá de estos factores también:

  1. El aspecto físico, hay niños si no se desarrollan físicamente de acuerdo a la normalidad por edad cronológica, pueden tener una repercusión psicológica importante a nivel emocional. Por ejemplo, es cuando tienen una pubertad avanzada, se ven diferentes a los demás y esto puede dar lugar a problemas de conducta. O cuando niños más pequeños llevan prótesis como implantes, audífonos o para arreglar la columna vertebral. Estos aspecto se relaciona científicamente con trastornos psicológicos.
  2. El segundo es el factor social. Existen dentro de cada cultura, población o barrios unas conducta que son socialmente adecuadas y otras no. Si una conducta no se ajusta a éstas consideradas normas sociales, se valora como no normal y puede dar lugar a problemas con el entorno por este desajuste. Este factor puede ser muy controvertido dependiendo de la cultura en la que nos encontremos, ya que una conducta anormal en una cultura puede ser considerada normal en otras.
  3. Por último, encontramos el factor intelectual-cognitivo, es decir, hay conductas que se consideran normales en un rango de CI, pero anormales en otro rango de CI. Tanto en niños con un CI por debajo como en los niños con altas capacidades que suelen tener conductas atípicas.

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El comportamiento perturbador y los trastornos de conducta suponen una gran demanda en las urgencias de los hospitales, y en los departamentos de psiquiatría infantil.

El libro para los diagnósticos de trastornos mentales (DSM-5), libro que se usa en psicología y psiquiatría para establecer diagnósticos, considera 3 grandes Trastornos de conducta en niños o trastornos externalizantes.  Estos trastornos son: Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Trastorno Negativista Desafiante (TND) y Trastorno de Conducta (TC).

El TDAH, Trastorno por Déficit de Atención  e Hiperactividad es el más diagnosticado de los tres, y se define como el patrón persistente de inatención o hiperactividad/impulsividad que interfiere con el funcionamiento diario o el desarrollo del niño. Además de en las características básicas de atención o de hiperactividad, el diagnóstico de TDAH se puede apoyar en otros indicadores como pueden ser la baja tolerancia a la frustración, labilidad emocional, irritabilidad o afectación adversa del rendimiento académico. El perfil de comportamiento que demuestran los niños hiperactivos cambia a lo largo de los años, de manera que los síntomas puros de hiperactividad tienden a remitir. A veces, aparece como un trastorno de conducta en niños. En cambio, las deficiencias atencionales persisten a medida que progresa el curso evolutivo y se encuentran dificultades de organización y distribución del tiempo que se ven incrementadas cuando los adolescentes adquieren responsabilidades y compromisos. En la adolescencia disminuye la sobreactividad motora e impulsividad aunque las dificultades atencionales y complicaciones académicas y sociales son características.

El TC, Trastorno de Conducta el DSM-5 define este trastorno como un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de otras personas y/o las normas sociales propias de la edad del sujeto. Muestran falta de empatía manifestando en conductas tales como, agresiones a personas o animales, destrucción de la propiedad, robos u otro tipo de actos fuera de lo permitido y violaciones graves de las normas.

El TND, Trastorno Negativista Desafiante se define como un patrón de enfado/irritabilidad, discusiones/actitud desafiante o vengativa que dura por lo menos 6 meses. Muestran falta a de arrepentimiento, con falta de empatía. Se caracteriza por una conducta marcadamente desafiante y desobediente, y por un comportamiento disruptivo. Los niños que padecen este trastorno pueden presentar síntomas tales como: oposición activa a las peticiones o reglas de los adultos, tendencia a molestar deliberadamente a otras personas, sentimientos de enfado, resentimiento, baja tolerancia a la frustración o irritación y enojo con aquellas personas a las que suelen culpar de sus propios errores o dificultades.

El diagnóstico diferencial entre TC y TND se hace en base a la gravedad de los comportamientos manifestados. Y en la ausencia o no de culpabilidad tras el acto. Los síntomas del TC son de menor gravedad y no incluyen agresiones hacia otras personas o animales, destrucción de la propiedad, ni robos o fraudes.

La diferencia entre el TC y el TDAH radica en que el comportamiento perturbador resultante de la desatención y de la impulsividad, propias del TDAH, son niños que se sienten culpables tras el acto. Sus conductas no van dirigidas a violar intencionadamente las normas sociales, lo que después les hace sentir mal y tener una baja autoestima. Hay casos en los que se pueden dar de la existencia de ambos, en estos casos deberían ser diagnosticado los dos.

Tipos de Tratamientos en los Trastornos de Conducta

  1. Tratamiento farmacológico. Es probablemente la primera opción en los departamentos de psiquiatría, debido a que suelen acudir por las urgencias. En nuestro centro es siempre la ultima opción. La medicación hace que el niño o adolescentes asuman que sus conductas se deben a algo de su cerebro que sólo se puede controlar por medicación, lo que les lleva a no tomar la responsabilidad de sus actos, incluso llegan a justificarlos por no haber tomado la pastilla. Lo que no ayuda en su motivación hacia el cambio, aunque a veces, es cierto que no queda más remedio, pero siempre combinándolo con otros tratamientos. Acudir al psicólogo de manera regular es imprescindible.
  2. Tratamiento psicológico. Actualmente la mayor parte de los tratamientos que se realizan en el psicólogo y que mejores resultados han obtenido son basados en el modelo cognitivo-conductual, en los cuales se tiene en cuenta tanto el contexto interpersonal y social, las pautas de padres y el ambiente familiar, como el desarrollo cognitivo de la persona, el ámbito emocional y la conducta. Entre las técnicas más utilizadas encontramos las siguientes: economía de fichas, contrato conductual, reestructuración cognitiva, entrenamiento en autoinstrucciones, entrenamiento en autocontrol, entrenamiento en solución de problemas y entrenamiento  en habilidades sociales.
  3. Neurofeedback. Con el que podemos desarrollar algunas áreas cerebrales que encontramos deficitarias en estos casos como el autocontrol y la impulsividad. Y que son necesario ser desarrolladas para el control de la conducta en el niño. Saber más sobre el NEUROFEEDBACK
  4. Pautas a padres. Con el fin de que se hagan con la conducta del niño. Los padres tienen que saber cómo actuar en cada momento sin perder el control. Les entrenamos y les damos trucos para que sepan cómo actuar.

En nuestro centro y según nuestra experiencia pensamos que el tratamiento ha de ser psicológico, con neurofeedback y pautas a padres. El farmacológico no lo descartamos, pero siempre como última opción, y nunca como única opción.

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