Psicología infantil: Mejorar la autoestima
Llamamos autoconcepto a la imagen que tenemos de nosotros mismos y autoestima a la medida en que esa imagen nos gusta o no. La autoestima puede ser positiva, si la imagen que tengo de mi mismo me gusta y la acepto, o negativa, si la imagen que tengo de mi mismo no me gusta y la rechazo. Los padres pueden ayudar a que un niño tenga un autoconcepto de sí mismo equilibrado, es decir, adaptado a su realidad, y a una autoestima positiva.
Es muy importante destacar los aspectos positivos de su conducta. Una de las tareas más difíciles que deben abordar los adultos, es la de destacar los aspectos en los que va mejorando y ayudarle a aceptar sus errores. En la mayoría de las ocasiones, o bien destacamos demasiado sus comportamientos negativos, o bien tratamos de encubrirlos ante los hermanos o compañeros de clase adoptando una postura sobreprotectora. En el primer caso, debemos recordar que a veces los comportamientos inadecuados son para llamar la atención del adulto; si no estamos al tanto de las pequeñas mejoras para reforzarlas (con un comentario, una caricia, un rato de atención, etc.) podemos estar contribuyendo a que esa atención que necesita, la encuentre por una vía negativa.
Si por el contrario la tendencia como padres es protectora, debemos pensar en qué actitudes debemos cambiar. La sobreprotección lleva a disculpar el comportamiento, ayudándole a echarles la culpa a los demás (a otros niños o al profesor) o encubriendo sus faltas (poniéndole notas de disculpa por no haber hecho los deberes, actuando a espaldas del padre/madre, levantándole los castigos,…). Si se actúa de este modo estaremos transmitiendo un mensaje de incapacidad.
Por todo ello debe de decirse lo que quiere que haga, no lo que no quiere. Premiar regularmente por el buen comportamiento (hasta las cosas más pequeñas, tal como hacer los deberes sola, traer todos los cuadernos del colegio, mantenerse sentado sin distraerse mientras estudia). Los niños muchas veces pasan los días con adultos diciéndoles constantemente las cosas que están haciendo mal, necesitan ser premiados por sus buenos comportamientos. El esfuerzo o premio no siempre tiene que ser algo material, en muchas ocasiones, un elogio, un beso, un abrazo, unas palabras bonitas, son el mejor regalo que podemos hacer a nuestros hijos.
Belén Pozo
Psicóloga Infantil Sanitaria