Cometer errores por qué

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Cometer errores por qué: necesario para crecer y avanzar

En nuestro día a día, todos cometemos errores. Pero es la forma en la que nos enfrentamos a ellos la que hace que aprendamos. O que nos quedemos estancados en esos fallos. Sin posibilidad de seguir avanzando.

Los errores forman parte de nuestra vida diaria. Ya sea por la toma de decisiones equivocadas, por una mala actuación ante una determinada situación. O por un daño causado involuntariamente a otra persona.

Para remediar una situación de tensión con otra persona, lo mejor es pedir perdón. Ya que así se aclaran posibles malentendidos y se alivian tensiones. No obstante, hay personas a las que pedir perdón les resulta muy difícil.

Cuando nos vemos envueltos en un conflicto por un error que hemos cometido, es importante que sepamos disculparnos con la persona a la que haya afectado. Ya que, de otra manera, el problema no se resolverá, sino que tenderá a volverse más complicado.

Saber pedir perdón

El rechazo a pedir perdón se puede deber a una baja autoestima por parte de la persona que lo ha cometido. El hecho de decir “lo siento” hace que reconozcamos que hemos cometido un fallo y que, por tanto, no somos perfectos.

Todo el mundo forma una imagen sobre sí mismo (lo que llamamos autoimagen) basada en creencias subjetivas sobre nuestra personalidad, y la preservación de esta autoimagen conlleva a veces que las personas eviten mostrarse vulnerables.

Por eso, las personas con una baja autoimagen evitan pedir perdón, para así asegurarse de que su personalidad no denota debilidad o incapacidad para hacer frente a ciertas situaciones, ya que esto contribuye a empeorar aún más la imagen que tienen de sí mismos.

Asimismo, hay personas que asocian el acto de pedir perdón con un sentimiento de humillación, lo que les hace eludirlo para así no dañar más su autoestima, a pesar de sentirse mal por ser los causantes del problema.

No obstante, si en vez de tergiversar la situación lo que hacemos es reconocer nuestro error y pedir perdón, los sentimientos de malestar originados por este fallo desaparecerán para dar lugar a una sensación de responsabilidad y de control de la situación.

Cuando nos permitimos cometer errores y equivocarnos aprendemos a ser tolerantes tanto con los demás como con nosotros mismos, con lo que contamos con nuevas herramientas para enfrentarnos a distintas situaciones.

Sara Montealegre

Psicóloga

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