Psicología infantil: Los mordiscos en la etapa infantil
Los mordiscos son un tipo de comportamiento común entre los niños y las niñas hasta los tres años de edad, son motivo de pesadumbre y son considerados además como peligrosos debido primeramente, al daño físico que ocasiona a otros niños, en segundo lugar, porque los niños pueden llegar a aprender que la manera de resolver los conflictos a los que se han de enfrentar sea ésta, y en tercer lugar, destacar que es un tipo de conducta que implica rechazo y lejanía por parte de sus iguales. Por eso, es importante que ante este tipo de comportamiento, se adopten medidas para hacerlo desaparecer:
- Las primeras veces que se den los mordiscos, hay que indicarles de manera contundente, de manera firme pero con calma y sin gritar que no se muerde, que es algo que no se puede aceptar, que no gusta a papá y mamá que lo haga y que hace daño.
- Enseñar cómo se debe de actuar ante determinadas situaciones sin morder.
- Retirar algún privilegio: juguete, actividad en el parque, dibujos animados,…
- Su comportamiento ha de tener un coste (sobre corrección): pedir disculpas, prestar algún objeto personal al niño al que ha mordido, ayudar a curar la herida del niño,…
- Felicitarles cuando resuelvan los problemas con otros niños sin morder.
- Retirarles de la situación.
- Evitar las etiquetas: el niño no es malo, lo que está mal es la acción de morder.
- Establecer normas y límites claros en casa y en la escuela.
Que se de esta conducta puede ser habitual entre niños pequeños en la escuela, en el parque o por ejemplo en casa. Suele ocurrir en situaciones donde hay que compartir determinados juguetes o golosinas, cuando se han de respetar y esperar los turnos, o cuando se quiere ser el primero en el juego y en la fila para entrar o salir del aula o, al final del día al poderse sentir más cansado. A continuación se citan algunos de los motivos por los que suelen morder:
- Incapacidad de ponerse en el lugar del otro: carácter egocéntrico del pensamiento propio y natural de la etapa evolutiva en la que se encuentran. Si hay un columpio al que quieren subir, quieren hacerlo en ese preciso momento aunque esté ocupado por otros niños.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Dificultad para canalizar emociones.
- Expresar necesidades: solucionar un problema, comunicar deseos, llamada de atención, indicar un rechazo, sentirse amenazados,…
- Clima familiar estresante: gritos, discusiones, prisas,…
- Se está aprendiendo a jugar con otros niños.
- Cambios en el estado de salud (los dientes están saliendo y duelen las encías), en la situación familiar (separación de los padres, el nacimiento de un hermano), de profesores o cuidadores,…
Miriam Benavdes
Psicóloga