Cómo controlar el enfado
Seguramente en muchas ocasiones te has preguntado ¿cómo puedo controlar mi enfado? Pues ha llegado el día en el que aprenderás algún truquillo para conseguirlo.
Lo primero de todo es analizar el enfado como tal. Esta emoción forma parte de las emociones que mucha gente considera negativas ¿crees que lo es? ¿Sirve para algo el enfado? ¿Nos viene bien? Si desapareciera el enfado ¿todo iría mejor?
Saber qué es el enfado
Pues bien, el enfado no es una emoción negativa. Y como todas las emociones sirve para algo. Además, si nos viene bien y si desapareciera, lo cierto, es que todo iría peor.
El enfado es una emoción que nos ayuda a poner límites a los demás y a uno mismo. Sirve para darnos cuenta de aquello que nos genera malestar. Nos ayuda a ponernos en nuestro sitio, respecto de los demás. Sino existiera, sino nos enfadáramos la gente nos invadiría. No sabríamos qué nos gusta y no seríamos capaces de defender nuestros derechos. Por todo ello, el enfado, como cualquier otra emoción es necesario.
Pero ¿qué ocurre cuando no puedo controlar mi enfado y por qué no puedo controlarlo?
Los motivos por los que no puedes controlar tu enfado pueden ser diversos.
Uno de ellos puede deberse a que el sujeto no se enfada lo suficiente. Es decir, no pone el límite a los demás, aguanta y llega un momento en el que explota. Esta explosión no es adaptativa, ya que por lo general se genera por una supuesta causa no justificada. El receptor de este no lo entiende y se pone a la defensiva.
En otras ocasiones es por un problema de gestión emocional. Porque la persona tenga dificultades para gestionar las emociones que le generan malestar.
Por otro lado, puede ser una forma de canalización de la tristeza. En muchas ocasiones las personas confunden ambas emociones. Por herramientas de protección o procesos de negación, en ocasiones las personas no detectamos que estamos tristes o con un bajo estado de ánimo. Pero sin embargo el cuerpo lo siente de este modo. Esto hace que haya una emoción no canalizada que se exprese a través de explosiones de enfado.
Estos son algunos ejemplos del por qué no puedo controlar mi enfado, unos ejemplos de muchos. Pero una vez detectado el por qué, vamos a explicar un poco el cómo.
Cómo controlar mi enfado
A continuación, te doy algún truquito que puedes poner en marcha:
Sal. Cuando sientas que estás en la explosión, sal. Es imprescindible cambiar la situación y el entorno. Ya que sino el enfado irá a más. No es aconsejable quedarse para intentar no enfadarse. Ante la sensación de no poder más, lo mejor es salir. Siempre antes de irse de la situación indicar a la otra persona lo que vas a hacer. “Creo que vamos a discutir más y necesito que lo hablemos más tarde”.
Para. No dejes que una vez hayas salido de la situación tu mente te siga enfadando. Es decir, de nada vale que salgas de la situación si le sigues dando vueltas al tema. Lo mejor es hacer una actividad contraria al enfado. Por ejemplo, ejercicio físico o alguna actividad que te haga cambiar los pensamientos. Otra buena forma de cómo controlar el enfado.
Retoma. Una vez veas que tu enfado ha bajado, retoma. Cómo te has sentido, y qué es lo que ha pasado en la situación. Intenta responder a estas dos preguntas. Para posteriormente pensar cuándo retomar lo ocurrido. Es decir, hay que ponerse un momento en el que retomar la situación.
Soluciona. Cuando llegue el momento de retomar lo que había ocurrido, lo más importante de todo es no usar el dedo acusatorio. Hablar con la otra persona desde el “yo” y el “me siento”. Y juntos llegar a una solución. No quedarse en lo que pasó sino en qué haremos juntos.
Anticipa. No hay mejor solución que la prevención. Es decir, es muy importante para evitar las explosiones de enfado que no nos quedemos con malestar. Intentar, en la medida de lo posible, trabajar la comunicación asertiva. No evitar el conflicto sino anticiparlo, es decir expresar los desacuerdos en el momento y desde la emoción. Para de este modo evitar que se mezclen otros temas o frustraciones.
Así que recuerda, SAL, PARA, RETOMA, SOLUCIONA Y ANTICIPA.
Belén Pozo
Psicóloga Sanitariaç
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