La razón nos engaña ¿es buena?
La racionalización, al contrario de lo que se piensa en la sociedad actual, puede ser un mecanismo de defensa con el que nos engañamos.
La definición de racionalización según Ernest Jones es: la invención de una razón para explicar una actitud o acción cuyo motivo no se reconoce. Es decir, es una forma de negación que nos permite evitar el conflicto y la frustración que genera este. Nosotros mismos buscamos o creamos razones que tienen sentido para nosotros con el fin de justificar o tapar nuestros errores, debilidades o contradicciones, que nos negamos a aceptar o no sabemos como poder gestionar. Esto nos permite en el día a día lidiar con los conflictos emocionales o con las situaciones estresantes ya sean externas o internas creando explicaciones que nos tranquilicen, pero que realmente son incorrectas, para nuestros pensamientos, acciones o sentimientos con el fin de esconder los motivos verdaderos de estos. Entonces aquí la razón nos engaña.
Este proceso de racionalización tiene dos fases diferenciadas. La primera de ellas consiste en la toma de decisiones o en la apuesta en práctica de una conducta determinada por una razón. La segunda, en cambio, consiste en la construcción de una razón aparentemente lógica y coherente para que nuestra decisión o comportamiento tengan una justificación. Esta justificación puede ser tanto para nosotros mismos como para los demás. Aquí es donde la razón nos engaña.
Por lo que puede parecer, la racionalización es una forma de mentirnos a nosotros mismos, pero realmente no implica mentir ya que terminamos creyéndonos esas razones construidas. Este proceso de racionalización no ocurre de manera consciente, si no que es de una manera totalmente inconsciente por lo que no nos engañamos o engañamos a los demás de manera consciente.
En terapia, cuando un profesional intenta hacerle ver al paciente esas razones enmascaradas, generalmente la persona las niega ya que está segura de que sus motivos son válidos, ya que este proceso crea una explicación falsa, pero posible. Este mecanismo de racionalización se ha demostrado en diversos estudios realizados por la universidad de California, que se pone en marcha sobre todo cuando tenemos que tomar decisiones difíciles o estamos frente a conflictos ambivalentes. Aquí la razón nos engaña. Este proceso no conlleva una deliberación larga y tediosa sobre la toma de decisiones, si no que ocurre de manera rápida e inconsciente con el fin último de aliviar nuestra sensación de angustia, incomodidad psicológica y disonancia cognitiva que se produce.
Algunas de las funciones psicológicas que cumple este proceso de racionalización en la que la razón nos engaña, son:
– Evitar la decepción
– No reconocer limitaciones
– Escapar de la culpa
– Evitar la introspección
– No reconocer la realidad
Como hemos visto este proceso se hace de forma casi automática e inconsciente y puede ayudarnos en algunos momentos. Es decir, puede llegar a ser adaptativa ya que nos protege de emociones y motivaciones que no tenemos la capacidad para gestionar en ese instante en concreto. Esto no siempre es así, por lo que hay que distinguir cuándo racionalizar se convierte en un problema para el individuo. Lo que se considera patológico con respecto a este proceso es la rigidez con la que se presenta, así como su duración prolongada en el tiempo.
Algunos de los riesgos que esta práctica de dejarnos llevar por una razón que nos engaña son:
– Ocultamos nuestras emociones
– Negamos nuestros defectos
– Nos alejamos de la realidad
Ahora bien, ¿cómo podemos dejar de usar este mecanismo de defensa? Lo más importante es aprender a reconocer nuestras emociones, así como nuestras motivaciones que son las que nos llevan a tomar unas u otras decisiones. Es decir, cuándo hay algo que no está bien, debemos preguntarnos por qué. Debemos indagar un poco en las razones y no conformarnos con la primera, ya que, lo más probable es que esta sea una racionalización. Debemos hacer un trabajo de introspección hasta llegar a una explicación que nos produce una reacción emocional significativa. Tras este proceso, seremos capaces de conocernos mejor y así poder aceptarnos como somos, sin necesidad de recurrir continuamente a la racionalización.
Lucía Ongil
Psicóloga Sanitaria