Consecuencias del Daño Cerebral Adquirido en niños y adolescentes

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Consecuencias del Daño Cerebral Adquirido en niños y adolescentes

 

El Daño Cerebral Adquirido (DCA) en la infancia y en la adolescencia es aquel que se produce durante el desarrollo posnatal. Es el daño que se produce en un cerebro que previamente está sano y que afecta al proceso del desarrollo cerebral: procesos bioquímicos cerebrales, mielinización y desarrollo dendrítico.

Se trata de una lesión que puede producirse por un traumatismo craneoencefálico, por falta de oxígeno, por una infección del Sistema Nervioso Central, un accidente cerebrovascular, un tumor cerebral,…, y que irrumpe en el desarrollo vital del menor manifestándose secuelas que van a implicar un mayor o menor grado de afectación en función de:

  • La gravedad de la lesión
  • La edad en la que se produce el daño.
  • El área cerebral afectada.
  • La naturaleza de la lesión cerebral: focal o difusa.
  • La edad en la se deriva al menor para su atención y para la realización de una evaluación,…

En relación al área o áreas afectadas, estas son algunas de las alteraciones que pueden aparecer:

  • Déficits cognitivos, en velocidad de procesamiento de la información, atención y concentración, memoria y aprendizaje, lenguaje escrito y oral, funciones ejecutivas, cálculo, praxias, percepción y gnosias.
  • Alteraciones conductuales y emocionales como ansiedad, agitación, miedos, impulsividad y desinhibición, cambios de humor, rabietas, irritabilidad, falta de iniciativa, apatía.
  • Alteraciones motoras, en motricidad gruesa y fina, equilibrio, control de la postura, marcha, tono muscular.
  • Problemas en los sistemas sensoriales.

El daño puede afectar a las funciones que ya se han adquirido, a los procesos que están desarrollándose en el momento de la lesión o a aquellos que en un futuro se deberían desarrollar.

El daño que se produce en un cerebro inmaduro, en un cerebro en proceso de desarrollo, requiere de un seguimiento evolutivo ya que hay secuelas que podrán aparecer de manera más tardía, es decir, en la etapa en la que se espera que una habilidad cerebral concreta se desarrolle. De tal manera que hasta que dicha habilidad no haya emergido y se haya completado su desarrollo, no se va a poder detectar todos los efectos ocasionados por la lesión.

Un ejemplo de funciones cognitivas y alteraciones en las mismas que pueden no aparecer hasta la infancia tardía o la adolescencia, es el de las funciones ejecutivas, las cuales requieren de un largo proceso de maduración.

Miriam Benavides

Psicóloga Sanitaria