Te contamos cómo hacer que tu hijo te escuche, para que obedezca a la primera o la segunda, y no tengas que estar repitiendo todo treinta veces.
Es una norma general, les cuesta escucharnos, por un lado no quieren escucharnos pues probablemente estén haciendo algo que les guste mucho y no quieren dejar de hacerlo, y por otro lado, porque siempre estamos detrás de ellos repitiéndoles las cosas, por lo que su cerebro ha aprendido a que nuestras voces sean ruido para ellos y los suprime.
El cerebro tiene la propiedad de eliminar el ruido de fondo, es decir, aquellos estímulos que no son tan importantes y amplificar aquellos que nos motivan y nos parecen interesantes, que son los que queremos atender en este momento. De este modo nos convertimos en ruido.
Y eso es una de las razones por las que no nos escuchan, si están jugando a un videojuego, toda su atención se centra en pasar el nivel o la pantalla, y aunque nos digan “ya voy” lo hacen de manera automática, seguramente no saben lo que les hemos pedido que hagan. Maás adelante te contamos cómo hacer que tu hijo te escuche.
Esto ocurre cuando ven la televisión, juegan un videojuego, chatean con los amigos o están dibujando, es decir haciendo una tarea que les gusta.
De este modo entramos en un círculo vicioso de tener que repetir las cosas veinte veces para que nos hagan caso, y ellos se acostumbran a oírlo veinte veces, así que para la próxima esperan que se lo digas todo ese número de veces para obedecer o con un poco de suerte, te acabas cansando de repetírselo tantas veces y al final, pues se libran de hacer lo que les habías dicho por tu propio cansancio o desgaste que te supone. Toda una ventaja para ellos.
A todo esto se le suma en que nos convertimos en “la pesada” porque siempre estamos detrás, y puede acabar estropeando las relaciones familiares. Además que tu no quieres ser la pesada, no es justo.
Os damos unos consejos para que sepáis cómo actuar en cómo hacer que tu hijo te escuche:
-Asegúrate de que cuando le das la orden te está mirando a la cara y que mantiene el contacto ocular. No le des la orden desde otra habitación, aunque te oiga casi seguro que no te escucha y te contesta de manera automática.
–Repite la orden una o dos veces, nunca más, y aplica consecuencias. Si lo haces más de dos veces, se acostumbran a que cada vez tengas que repetirle lo que que tienen que hacer más veces, y entras en una rutina que te va a resultar agotadora.
-Si lo has repetido dos veces y no hacen caso, deja de hablar y pasa a la acción. Por ejemplo, si están viendo la televisión y no la apagan, te acercas y das al botón de apagar y la pagas. O si están jugando a un videojuego pues apagas la consola. Deben aprender que no es negociable. Dos veces y se acabo.
-Si nunca te escucha también puedes jugar a dejar tu de escuchar. Cuando te llamen porque quieren cenar o necesitan ayuda con los deberes, ponte a hacer tus cosas e imítalo, diles “ya voy” como hacen ellos pero no lo hagas. Seguro que les enfada, entonces pregúntales cómo se sienten o por qué se sienten así. Y que entiendan que es cómo tu te sientes cuando ellos actúan del mismo modo. Una buena forma de trabajar las emociones desde la empatía.
-Acostumbraros a que cuando uno habla mantiene el contacto ocular, no se habla mientras se hacen otras cosas y mucho menos desde otra habitación. Esto es aún más importante a medida que son más pequeños.
De todas formas puede haber una serie de razones o causas cognitivas por las que el niño no nos escucha o no nos presta atención o no nos obedece, os contamos en la próxima entrada. Estas razones, además nos dan un aviso de que algo a nivel cognitivo puede estar pasando. Si no nos escucha a nosotros, tampoco lo hará en clase al profesor, lo que es probable que conlleve desde un fracaso escolar hasta problemas de relación con los iguales.
Debemos asegurarnos de que el niño es capaz de tener una buena atención o comprensión del lenguaje, y que lo desarrolla acorde a su edad cronológica.