¿Debo corregir a mi hijo la pronunciación?
La adquisición y desarrollo del lenguaje es un complejo proceso. A su vez, requiere de muchas habilidades y competencias para que se complete satisfactoriamente. Por ello, en los primeros años de vida suceden los “errores” del habla. Es decir, existe lo que se denominan las dislalias de naturaleza fisiológica. Estas tienden a desaparecer conforme el niño va creciendo y va mejorando su capacidad auditiva y motriz.
Cuando los niños llegan a la edad de cuatro años y estos errores persisten, con el desarrollo de los órganos articulatorios, se convierten en un problema. Este sería el momento de acudir a un especialista. Para que realice una evaluación de todos los aspectos que puedan verse implicados en el lenguaje.
En este proceso, es imprescindible la retroalimentación que aportan las figuras materna y paterna. Quienes establecen un vínculo de apego, estabilidad y seguridad para los niños. Cuando se da antes de llegar a los cuatro años, no ha de ser preocupante. Simplemente está dentro de los parámetros del desarrollo. Los padres, pueden aportar un buen modelo de expresión oral, en la que los puntos de articulación de los fonemas sean claros y visibles. Es importante reforzar cuando el niño lo haga de manera correcta, y por el momento, no corregir de manera directa.
Cuando se trata de una dislalia diagnosticada por un especialista y se debe realizar el tratamiento logopédico, es importante que los padres se involucren de manera activa siguiendo las recomendaciones de éste. Se comenzará por un periodo de concienciación del fonema para que el niño modifique sus patrones articulatorios hasta dar con el correcto. Poco a poco, se ira generalizando el uso de ese fonema en palabras, oraciones, conversaciones… Suele ser un proceso relativamente rápido, siempre y cuando no curse con otro tipo de afectación en otros procesos (neurológico, auditivo, de comprensión, orgánico…).
La actitud de los padres en este caso debe ser comprensiva y siempre apoyando al niño para reforzar su autoestima y motivación. Es mejor dar el ejemplo correcto a corregir.
Niño: – Esto es de color negdo. Padre o madre: – ¿de color negro? ¡Es verdad!
Paula Ágreda
Logopeda