“Un día un discípulo le preguntó a Hejasi:
– Quiero saber, ¿qué es lo más curioso del ser humano?
– Que piensan siempre al contrario – respondió Hejasi.
Tienen prisa por crecer, y después suspiran por la infancia perdida.
Pierden la salud para tener dinero, y luego pierden el dinero para obtener salud.
Piensan tan ansiosamente en el futuro que descuidan el presente, y así, no viven ni el presente ni el futuro.
Viven como si no fueran a morir nunca y mueren como si no hubiesen vivido”.
Y es que parece, como bien ilustra este pequeño relato que, el ser humano parece estar empeñado en ocasiones en no disfrutar de aquello que ha conseguido, sino que más bien se centra en lo que le falta o en aquello que no puede obtener. No disfruta del momento presente, sino que está pendiente de lo que vendrá, perdiendo de este modo de vista el aquí y ahora que, al fin y al cabo es lo único tangible y susceptible de ser vivido.
Estas incongruencias presentes y manifiestas en los seres humanos es más que probable que conduzcan a un posible estado de enfado, tristeza… puesto que el operar de este modo a menudo es incompatible con el disfrute, el optimismo y la felicidad; en estas circunstancias, parece como si la persona se encontrase en una permanente e interminable carrera la cual, evidentemente, produce un cansancio que si no se combina con calma y goce acarreará consecuencias negativas.
Para ello:
- Es imprescindible vivir el presente, no centrarse en el únicamente en el futuro.
- Disfrutar de los logros obtenidos en el momento actual, no dejarlos pasar como algo más y comenzar a planear lo siguiente.
- Felicitarse a uno mismo por esos logros conseguidos y valorarse por ello.
- Evitar compararse, ya que normalmente se hace con otros que se interpreta son o tienen más que uno mismo, lo cual imposibilita disfrutar de lo propio.
Aida Mañero Ocarranza
Psicóloga