Tengo complejos qué hago

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Tengo complejos qué hago

En primer lugar, un complejo es un problema de autoestima. Es decir, referido a una característica concreta que requiere sufrimiento y se ha convertido en una obsesión.

El sentimiento de disconformidad con algún aspecto de nosotros genera mucho sufrimiento. Y sentimiento de inferioridad. Además, nos hace estar constantemente en un estado de alerta. Además genera el sentimiento de que los demás lo ven. Y en cualquier momento pueden sacarlo a relucir.

Tipos de complejos más conocidos:

  1. Complejo de inferioridad/superioridad.
  2. De Peter pan o Cenicienta. El adulto que no quiere ser adulto y se comporta como niño. O la necesidad de cumplir las expectativas ajenas.
  3. Edipo o Electra. El primero es el apego exacerbado a la madre. Y el segundo el apego al padre.
  4. Otelo. Hace referencia a los celos.
  5. Básicos. En relación con el físico. Cómo la nariz, pecho o mano. Todo el mundo tenemos las quejas sobre algún aspecto físico corporal.

Estos son algunos de los tipos de complejos, qué hago.

¿De dónde vienen?

La comparación es inevitable. Los seres humanos funcionamos por ella. La forma de saber que tal nos van las cosas es a través de los demás. El complejo viene de la importancia que le damos a algo en lo que nos consideramos inferior.

Esa irracionalidad y sufrimiento por algo que le damos mucha relevancia nos impide ver aquellas cosas buenas que tenemos. Nuestra atención se dirige exclusivamente sobre lo que pensamos en lo que somos inferiores.

¿Qué podemos hacer con los complejos?

  • En primer lugar, parada de pensamiento. Conseguir parar y quitarte de encima ese pensamiento irracional. Y rápidamente pensar en algo en lo que si se te da especialmente bien. Para ello tienes que hacer un pequeño gesto. Como un golpecito, que te saque del ensimismamiento en el que estás metido.
  • También potenciar las virtudes. Focalizarte en las cosas que haces muy bien, mejor que otros.
  • Y la aceptación. Aceptar aquellas cosas que no podemos cambiar, la imperfección.
  • Además el uso del humor. Rescata el humor, que es lo que nos permite divertirnos y sacar la parte positiva cada día.
  • Por último, aprende y deja recibir elogios. No minimizar el elogio. Ni entrar en pensamientos de “esto puede hacerlo cualquiera”. O “he tenido suerte”. En resumen, simplemente dar las gracias.

Sara Montealegre

Psicóloga