Psicología infantil: Mi hijo no quiere dormir. ¿ocurre algo?
El sueño, como la comida, hablar o andar es un aprendizaje que en ocasiones se complica en el desarrollo de los niños. Se trata de una autonomía que requiere de un desarrollo emocional y control del mismo. A través del sueño además de descansar físicamente, se renuevan aspectos del pensamiento y se “solucionan” preocupaciones que han sobrevenido durante el día. El sueño muchas veces se ve alterado por momentos de más estrés, preocupación o incluso exceso de actividad física y es en mucha ocasiones el síntoma que aparece cuando algo no va bien.
Los niños, al igual que los adultos, tienen sus preocupaciones, problemas y miedos, que en muchas ocasiones no son capaces de expresar con palabras y somatizan en síntomas como problemas para dormir. Lo más común es que alarguen la hora de irse a la cama, se despierte a mitad de la noche, les cueste levantarse por la mañana o incluso se muestren más irascibles. Todas estas situaciones en ocasiones pasan desapercibidas y esto hace que se cronifiquen las dificultades en la higiene del sueño. Pero todo ello puede afectar al rendimiento académico, aprendizajes, desarrollo físico y emocional. Por ello es muy importante que ante cambios en el patrón del sueño se intente hablar más con el niño, que dibuje, haga cosas divertidas, haga ejercicio físico y que nosotros hagamos espejo de su estado emocional, para que de este modo haya una expresión del malestar y esta no afecte a su estado físico. En el caso de que el problema persista en el tiempo es muy importante acudir a un profesional que analice las causas del cambio y entrene al niño en estrategias para que mejore su problema y aprenda a llevar a cabo la canalización de una manera adaptativa.
Belén Pozo
Psicóloga