Cómo funciona el control del pis
Todos los niños nacen con una serie de reflejos automáticos, sin los cuales no podrían vivir (respiración, succión, etc.). Uno de estos reflejos es la micción (orinar), que permite que la vejiga se vacíe automáticamente cuando está llena. Por este motivo, un bebé se hace pis. Si no fuese así, la vejiga se iría llenando más y más e incluso podría llegar a estallar.
En el control de este reflejo intervienen: La vejiga y el sistema nervioso (cerebro y médula espinal). La vejiga es como una bolsa elástica rodeada de un músculo (músculo detrusor) que le permite dilatarse cuando está ocupada por la orina y encogerse cuando la ha expulsado. A la salida de la vejiga existen otros pequeños músculos, los esfínteres, que se encargan de mantenerla abierta o cerrada según los casos.
Tenemos 2 esfínteres:
- Tiene una musculatura lisa, sobre el cual no tenemos control
- Tiene una musculatura estriada sobre el cual sí tenemos control
Cuando hay la suficiente cantidad de orina y, por lo tanto, suficiente presión sobre las paredes de la vejiga, la médula espinal a través de unos nervios especiales, hace que el músculo detrusor se vaya contrayendo rítmicamente y exprima la orina hacia el exterior a través de la uretra. En este momento se producen las contracciones del esfínter interno lo que lleva a que el esfínter externo se relaje y deje paso a la orina.
Con el tiempo, el sistema nervioso del niño y su aparato urinario, irán madurando. Así, el cerebro será capaz de ejercer una función de freno y de control sobre el reflejo de micción, estableciendo una relación adecuada con el músculo detrusor y los esfínteres de la vejiga.
En primer lugar, el niño tendrá que aprender a frenar automáticamente durante el día el reflejo de vaciamiento, es decir, ser capaz de “aguantarse” las ganar de orinar. Este aprendizaje dependerá en gran medida de la maduración del sistema nervioso, variable de unos niños a otros. En general, alrededor de los 3 años el sistema nervioso ya está en condiciones de ejercer un control voluntario sobre el reflejo automático.
También va a influir el desarrollo de la capacidad de la vejiga para contener en su interior un volumen cada vez mayor de orina y mantenerse cerrada a voluntad durante un cierto tiempo.
Paralelamente, el niño irá desarrollando la habilidad de frenar el reflejo también durante la noche sin necesidad de despertarse para hacer pis, o de despertarse en caso de que la vejiga esté muy llena.
Al igual que en otros aprendizajes, será fundamental el sistema de entrenamiento que se emplee. Lo más adecuado es actuar en el momento preciso, sin querer precipitarnos en el aprendizaje del control de la orina e ir motivando y reforzando al niño por lo logros que vaya consiguiendo.
Muchos niños que han seguido un sistema de entrenamiento adecuado y han logrado el control durante el día, consiguen controlar sin más durante la noche.
Belén Pozo
Psicóloga Sanitaria