Secuelas psicológicas Covid
Parece ser según los últimos estudios que haber pasado la enfermedad del Covid-19 puede dejar secuelas tanto a largo plazo a adultos como a personas jóvenes y adolescentes. Entre los síntomas más habituales están los problemas de concentración, de memoria o la niebla mental. Te contamos en qué consisten y como valorar los daños por un profesional para saber hasta dónde y qué grado de afectación tienes.
En caso de que sea tu caso, también cómo hacer para recuperarse lo antes posible.
En éste post te contamos en qué consisten, y en dos posts más te contamos cómo evaluarlo y si existe tratamiento o qué puedes hacer.
Las secuelas psicológicas de haber pasado la enfermedad del Covid, a nivel cognitivo debido a una disfunción mínima cerebral pueden ser:
-Falta de atención o dificultad en realizar con atención tareas concretas y rutinarias. Pequeños despistes diarios en nuestra rutina o a la hora de ejecutar un trabajo monótono no ser capaz de llegar a su fin con éxito.
-Dificultades en la memoria, esto se da tanto en personas que han pasado por UCI con ventilación asistida como por la enfermedad. Tienen dificultades tanto en aprender cosas nuevas como en recordar eventos de su vida diaria.
-Embotellamiento mental, dificultad en tomar decisiones o en tener que pensar en la resolución de algún problema, dificultad en el cálculo mental.
-Niebla mental, cuesta pensar en algo y encontrar soluciones o alternativas, lo que se traduce en una peor toma de decisiones al no tener en cuenta todas las variables.
-Lentitud en las tareas, debido a que las funciones ejecutivas se ven afectadas, se tarda mucho tiempo en realizar tareas que antes llevaban poco tiempo.
Pero también las secuelas pueden ser a nivel emocional, los trastornos emocionales en los que tiene que ver el daño cognitivo y las secuelas psicológicas por covid están:
-Ansiedad, con preocupaciones o miedo a algo que parece bastante improbable de que ocurra pero que la persona ve como muy probable. Entre los síntomas puede notar manos frías y sudorosas, nerviosismo, agobio, sensación de que faltaba el aire.
-Insomnio, dificultades bien para conciliar el sueño o bien para volver a dormir una vez despertado a mitad de la noche o de madrugada.
-Depresión, falta de ilusión o desesperanza en el futuro, no tener ganas para hacer nada en el día a día. Incluso perder las ganas de comer.
En el caso de que te esté pasando algo así, es importante ponerte en contacto con un psicólogo que valore el daño cognitivo con una valoración y el uso de pruebas estandarizadas que nos permitan conocer el grado de afectación.
Una vez definido el daño o disfunción, es importante establecer un plan de tratamiento para que cuanto antes se restablezca la estabilidad emocional, así como trabajar las áreas cognitivas como la memoria o la atención con ejercicios para su rápida mejoría y recuperación.
Elisa Vaca
Psicóloga Sanitaria
