Las denominadas “falacias”

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Las denominadas “falacias”

¿Cómo se definen las falacias?.

En primer lugar, son deducciones que parecen muy validas. Muy legítimas pero que en realidad responden a errores de atribución. Es decir, responde a un razonamiento que no es válido. A fallos a la hora de indicar la causalidad de lo que acontece.

Son muchas las falacias existentes, pero en esta entrada, vamos a citar las que son más comunes.

La falacia de cambio.

Para que uno pueda sentirse mejor, se espera que sean otras personas o la situación la que cambie si más.

Es decir, “yo no soy responsable de nada”. Por ejemplo, “la relación con mi hermano sólo va a mejorar en el momento que él empiece a cambiar”. Lo que espero, es que sea él, el que cambie. Yo no tengo responsabilidad ninguna al respecto. De esta manera mi bienestar no va a depender de mí.

La falacia del control.

¿Cómo me veo a mi mismo?. ¿Qué grado de control tengo sobre lo que me ocurre?.

El grado de control sobre los hechos que acontecen en la vida de la persona puede ser muy alto. Creyéndose muy responsable de lo que ocurre. O también, creyéndose muy incapaz y sin control sobre su vida.

O aparece el sentimiento de ineficacia. “No puedo hacer nada”, “si cambiaras, podría sentirme bien entonces». También, aparece el sentimiento de omnipotencia. He de tener el control absoluto y total de todo: “la culpa es mía”.

La falacia de la justicia.

Las creencias sobre lo que se considera que no es justo. Es lo que provoca malestar y antipatía. Cuando tú amigo, superior, pareja o familiar no actúan como crees que han de hacerlo, aparece esa idea de injusticia.

Así, todo lo que no concuerda con nuestros deseos, va a resultar injusto. Está relacionado con la necesidad de establecer límites y la necesidad de defenderse ante algo o alguien. “No hay derecho a esto, es una vergüenza”. “Cómo es posible que la profesora me haya suspendido el exámen de Psicología Social. Es injusto”. “Estaba yo antes para aparcar”. “Cada vez que lo pide, yo le acompaño, y cuando se lo pido yo, siempre tiene algo que hacer. No es justo”.

La falacia de razón.

La única verdad existente es la mía. Lo mío es lo adecuado. Es lo justo, lo apropiado y lo que realmente vale.

En resumen, la opinión de los demás, no la tengo en cuenta. La falta de seguridad en uno mismo y una mala autoestima está detrás de este tipo de falacia. “Por mucho que quieras convencerme no lo vas a conseguir. No tienes razón y tus argumentos no tienen ningún sentido”. “Sólo hay una verdad, y es la mía”.

La falacia de la recompensa divina.

Es decir, “Las cosas van a mejorar”, “antes o después llegará”. No se buscan soluciones ni se pone remedio a la situación en la que la persona se encuentra. Más bien, se espera a que la situación mejore en el futuro o pueda obtener una compensación por ello.

Miriam Benavides

Psicóloga Sanitaria

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