Chantaje emocional

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Chantaje emocional

Todos alguna vez hemos utilizado el chantaje emocional con los niños diciéndoles que si no hacen los deberes no íbamos a sentir muy tristes.

Este chantaje es una conducta que aprendimos cuando éramos pequeños y lo reproducimos de manera inconsciente. Cuando recurrimos al chantaje generalmente es por que es una forma de devolvernos el control que no sabemos recuperar de otra manera, o para que los niños obedezcan sin protestar. Quizá el utilizar el chantaje nos ayuda a conseguir lo que queremos con menos esfuerzo, pero es únicamente útil a corto plazo. Pero tiene sus desventajas a largo plazo:

  • Al ceder por «miedo´´ dejarán de defender sus intereses, lo que producirá una mayor inseguridad a la hora de tomar decisiones en un futuro.
  • Funciona a corto plazo, pero dejará de ser efectiva y probablemente los niños la utilicen contra quién la enseño y contra las personas de su alrededor
  • Aparecerán emociones como el resentimiento y la rabia sin necesidad de general ese malestar, ya que podemos obtener los mismos resultados con otras técnicas
  • En un futuro puede causar que los niños tengan relaciones de dependencia emocional por que necesitarán a otra persona que les diga cómo hacer las cosas.

A continuación, vamos a exponer posibles alternativas para no utilizar el chantaje emocional. Algunas de ellas son:

  • Paciencia. Hay que explicarles los beneficios que conlleva hacer lo que le planteamos. Y probablemente haya que explicarlo varias veces y con ejemplos distintos para que lo vayan entendiendo. No todo sale a la primera.
  • Escuchar lo que tengan que decir, ya que quizá se puede llegar a un acuerdo. Importante recordar quela crianza no es un pulso entre adulto y niño para ver quién tiene más razón.
  • Si queremos que hagan algo, especialmente cuando son muy pequeños, es mejor ayudarles o acompañarlos, en lugar de dar órdenes desde el sofá por ejemplo. Si son más mayores, la mejor herramienta que tenemos para que hagan lo que queremos es que tengan la posibilidad de imitarnos, es decir, si queremos que hagan algo, tenemos que hacerlo nosotros primero.
  • Entender que nuestro hijo está aprendiendo y que probablemente no haga las cosas a la primera ni a la segunda. En esos casos, con calma y con paciencia se vuelve a explicar si es necesario, y se les deja intentarlo de manera autónoma hasta conseguirlo por ellos mismos.
  • Ofrecerles alternativas y que sea el niño el que decida cuál elige. De esta manera se les hace sentir cierto control sobre la toma de decisiones.

Lucía Ongil

Psicóloga

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