Hijos de padres separados

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Hijos de padres separados

Hoy en día es frecuente encontrar hijos de padres separados.

A menudo experimentan algunos sentimientos de malestar. Por ejemplo, nerviosismo o excesiva tristeza. Más que por el hecho de la separación en sí, por el manejo. En ocasiones deficitario que los progenitores hacen de la situación.

Surgen dudas, miedos e inseguridades que dificultan el manejo de la nueva vida como nueva familia.

Para ello, es necesaria la intervención en dos direcciones.

Tanto a nivel infantil como a nivel parental. De modo que todos afronten y manejen la nueva realidad familiar lo más adaptativamente posible.

Algunos consejos útiles para tal fin son los que se exponen a continuación:

  • Respetar al otro progenitor. No sólo no hablar mal de él/ella. También enseñar al niño a querer y respetar al padre o madre.

Si el niño capta que su madre/padre no acepta al otro puede interiorizar ese rechazo de forma inconsciente.

  • Alentarle a que llame por teléfono o mande cartas al otro progenitor.
  • Se esté o no de acuerdo con la respuesta dada por la otra parte, una vez dada, se debe respetar al 100%. Después se puede hablar sin que el niño esté presente.
  • Debe haber una mínima comunicación entre los padres. Aunque estén separados, para hablar de rutinas, horarios de alimentación y sueño.
  • Los niños necesitan límites claros y definidos de su padre y de su madre. Aunque estén separados. Esto en ningún momento les va a frustrar, sino al contrario, les va a servir de guía para saber por dónde ir.
  • Las estancias con cada padre deben estar programadas. De forma que se puedan mantener las rutinas y favorecer así la estabilidad emocional del niño.

En el caso contrario, es probable que el niño desarrolle ansiedad e inseguridad o pueda sentirse abandonado.

  • A veces se sitúa al niño en medio de dos personas que mantienen una relación complicada. Por tanto, es difícil no experimentar sentimientos de nerviosismo o malestar.
  • El niño debe saber con antelación quién le recogerá, la hora y dónde. Los retrasos, los imprevistos o cambios a última hora deben evitarse porque añaden confusión e inestabilidad al niño. Sin embargo, también se debe ser flexible en determinados casos.

Aida Mañero Ocarranza

Psicóloga Sanitaria