El proceso atencional durante los dos primeros años de vida.

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El proceso atencional durante los dos primeros años de vida.

 

En el cerebro tienen cabida diferentes procesos cognitivos entre los cuales existe una gran interrelación. Hablamos de la memoria, del lenguaje, de la percepción, hablamos de la atención y de las funciones ejecutivas.

 

El desarrollo de la atención es sin duda, esencial para el desarrollo y el adecuado funcionamiento de los demás procesos cognitivos y constituye un requisito previo para el buen funcionamiento también, de las actividades en nuestro día a día.

 

Cuando nacemos, nuestro cerebro es inmaduro, lo que le dota de una gran plasticidad cerebral. Tiene la capacidad, a lo largo de nuestra vida, de ir modificando y modulando su funcionamiento y organización estructural, en función de factores hereditarios y factores genéticos, del aprendizaje y de la interacción que mantenemos y establecemos con nuestro ambiente.

 

El recién nacido ya empieza a mostrar interés por el mundo que le rodea, pudiendo empezar a explorarlo por medio de sus movimientos y de la información que recibe a través de sus sentidos.

 

En esta etapa evolutiva, durante los dos primeros años de vida, generalmente los estudios se han centrado en la exploración del entorno y en el aspecto más selectivo de la atención y, respecto a los logros que los niños van adquiriendo en relación a este proceso, cabe destacar que:

 

  • En el interior del seno materno, el feto empieza a responder a los estímulos auditivos, destacando que el desarrollo de la atención auditiva se da antes que el desarrollo de la atención en la modalidad visual. Algunos de los estímulos que es capaz de percibir, sentir y responder son los latidos del corazón, el ritmo de la respiración, los movimientos gástricos o la música. Siendo la voz de la madre unos de los estímulos de mayor importancia durante la gestación.
  • El recién nacido, durante sus dos primeras semanas de vida, presenta períodos de alerta muy pequeños cuando está despierto (entre un 11-19% del tiempo). De manera muy rudimentaria, su capacidad para seleccionar la información ya está presente. Orienta su atención de forma automática e involuntaria, en función de rasgos muy simples de los objetos: objetos en movimiento, objetos con contraste de blanco y negro, objetos que provocan un sonido intenso o fuerte como un sonajero o un juguete musical,…
  • Al mes, puede girar la cabeza al oír un ruido.
  • Entre los dos y tres meses de vida, permanece más tiempo despierto, observando lo que hay a su alrededor. Su nivel de alerta en este período va a depender de su postura. Se cree que debido, entre otros factores, a la estimulación vestibular. También, puede mirar atento hacia el espejo.
  • Al final del segundo mes, los procesos atencionales controlan el movimiento ocular con lo que es capaz de fijar su mirada en una zona pequeña del rostro materno y establecer el contacto ocular con ella.
  • A partir del tercer mes es cuando el pequeño empieza a hacer uso de su atención de una manera más flexible y ésta, se ve influenciada por la experiencia. El bebé atenderá la cara de los adultos en los juegos tipo cara a cara.
  • En torno al cuarto mes, se presta más atención a otras características de los objetos: color, localización en el espacio y forma.
  • Durante el sexto mes, empieza a cobrar importancia la atención visoespacial y la capacidad de cambiar la atención de un estímulo a otro, aunque el desarrollo de esta última se hace más patente al final de los doce meses con lo que va a poder dirigir su atención hacia aquellos estímulos que le resulte más interesantes compartiendo dicho interés con los adultos. Distingue colores fuertes como es el verde o el rojo y, tiene la capacidad de buscar un objeto parcialmente escondido (seis meses y medio) y buscar aquel que está totalmente escondido y destaparlo cuando está oculto (un mes después).
  • En torno a los nueve meses, comienza a mantener una atención más voluntaria sobre objetos o tareas que está realizando y ante situaciones novedosas, empiezan a aparecer los primeros mecanismos inhibitorios.
  • Entre los seis y dieciocho meses, el niño va a poder seguir la mirada del adulto aunque no tiene porque prestar atención al objeto por el que se interesa el adulto.
  • Entre los doce y dieciséis meses, sigue la mirada de otra persona y ahora, dirige su atención hacia el objeto por el que se interesa el adulto.

 

 

 

Referencias bibliográficas

 

García-Sevilla J. (2006). Mejorar la Atención del niño. Madrid: Pirámide.

Pérez E, Capilla A. Neuropsicología infantil. (2008). Tirapu J, Ríos M, Maestú F, editors. Manual de Neuropsicología. Madrid: Viguera.

 

 

Miriam Benavides

Psicóloga Sanitaria